Cesárea: curando la herida emocional (II)

miércoles, 30 de junio de 2010

Ayudan a superar la cesárea

* Descanso y tranquilidad. Cuando alguien está convaleciente de la operación no debería estar pendiente de recoger la casa para recibir a las visitas. Por eso puede ser aconsejable posponer las visitas hasta que el bebé ha cumplido un mes, por ejemplo, y dedicar todo el tiempo posible a descansar.
* Hablar con los profesionales y preguntar todas las dudas concernientes a la operación. Incluso si la madre estuvo despierta durante la cesárea puede no recordar muchas de las cosas acontecidas. Si es difícil localizar al profesional que atendió el parto siempre se puede solicitar un informe detallado o una copia del historial médico.
* Reconocer y aceptar los sentimientos de pérdida o de tristeza si están presentes. “Lo importante es que el niño está bien” es uno de los comentarios más repetidos tras una cesárea. Claro que sí, pero también es importante reconfortar a la madre y aceptar su frustración si ella la siente así.
* Hablar con mujeres que han pasado por una experiencia similar produce un alivio importante. En internet existen foros para apoyar a mujeres que busquen apoyo para superar esta experiencia. http://www.elistas.net/lista/apoyocesáreas.
* De cara a siguientes embarazos, saber que no tiene porque volver a suceder. Se estima que hasta un 80% de las mujeres que han tenido una cesárea pueden tener luego un parto vaginal. En Estados Unidos incluso hay mujeres que han parido después de dos o más cesáreas.

Los estudios demuestran que los centros donde más se respeta el parto natural tienen tasas más bajas de cesáreas sin que ello incremente los riesgos para la madre o el niño. Una buena información y preparación al parto son la mejor manera de evitar una cesárea innecesaria.

Si hay que volver a pasar por una cesárea se pueden pedir algunos cuidados que facilitan la recuperación física y psicológica. Solicitar que el padre esté en la intervención y pueda coger al bebé nada más nacer, que la madre esté informada en todo momento, o que se mantenga un clima de silencio durante la cesárea permite recuperar la sensación de respeto y cariño que debería rodear todo nacimiento.

Dra. Ibone Olza

www.holistika.net
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Cesárea: curando la herida emocional

lunes, 28 de junio de 2010

Se estima que aproximadamente una de cada cinco o de cada cuatro mujeres españolas dan a luz por cesárea. En la mayoría de los casos la intervención se decide de manera urgente por problemas en el parto.

Esto conlleva que se puedan dar situaciones de verdadero estrés o incluso miedo por la vida de la madre o del niño. Por eso la recuperación es lenta y no sólo depende de los aspectos físicos.También hay que cuidar el lado psicológico.

Algunas madres aceptan bien la intervención y se recuperan sin problemas. Pero para otras mujeres el impacto puede llegar a ser muy fuerte, aunque raramente lo llegan a hablar porque se sienten culpables de no estar felices en el nacimiento de sus hijos.


Nunca imaginé que pudiera tener problemas para parir. Despues de 6 horas de parto dijeron que la vida del niño corría serio peligro. Pasé mucho miedo, incluso pensé que me iba a morir. Mi marido tuvo que esperar fuera. Nada más nacer se llevaron a mi hijo, apenas lo di unos segundos. Mientras me cosían me sentí tremendamente triste y sola, los profesionales apenas me dijeron unas palabras.

M.P.
Las circunstancias que rodean una cesárea pueden ser muy estresantes para la mujer y para su pareja. Toda situación de riesgo vital conlleva un estrés psicológico grave. A veces los profesionales de la salud no son conscientes del sufrimiento psicológico que estas situaciones pueden generar.

Muchas mujeres que han tenido una cesárea urgente cuentan cómo en las semanas o meses que han seguido al nacimiento han revivido los momentos del nacimiento en su cabeza como si de una película se tratara.

A menudo pueden experimentar además tristeza o rabia, pero puede ser que no exterioricen estos sentimientos ya que los que le rodean suponen que está feliz porque que ha sido madre. Empezar a exteriorizar estos sentimientos de tristeza es el primer paso hacia la recuperación. Por otra parte, si la mujer ya sabía que el niño iba a nacer por cesárea probablemente la intervención haya sido menos traumatizante.


Pensaba que sería el día más feliz de mi vida y fue uno de los peores. Cuando me llevaron a la habitación ni siquiera tenía ganas de ver a mi hija. Creo que soy una mala madre por no estar feliz a pesar de tener una niña preciosa.

M.C.
El tener que dar a luz por cesárea puede suponer una pérdida: el nacimiento soñado no ha sido como se pensaba. (esto también puede suceder cuando el parto, a pesar de ser vaginal, ha sido traumático).

Incluso cuando la cesárea ha permitido que el niño nazca sin problemas la madre puede estar triste por no haber tenido un parto natural. Esta tristeza no significa que no quiera al hijo cómo la que más.

Otro factor que puede incrementar la tristeza es la propia debilidad que la operación genera. Una cesárea es cirugía mayor abdominal y encima nada más salir de la anestesia hay que ocuparse de un recién nacido. Si encima se ha perdido mucha sangre en la intervención, y si en la clínica la madre no consigue descansar bien, la situación de agotamiento hace que todos los sentimientos de tristeza aumenten, pudiendo llegar a causar una clara depresión.
Me siento fracasada y frustrada por no haber parido. Por ridículo que parezca también pienso que he decepcionado a mi marido. Creo que la culpa fue mía por no haber hecho una buena preparación al parto.

El parto es mucho más que la llegada al mundo de un hijo. Es también un momento crucial en la vida de muchas mujeres. Desde que tenemos la primera regla se nos dice que así podremos tener hijos y el parirlos es algo innato en nosotras. El tener que parir por cesárea puede motivar que la mujer sienta que su cuerpo le ha fallado o incluso que es culpable de no haber cuidado bien al hijo que llevaba dentro.

Estos pensamientos pueden ser obsesivos: continuamente se le da vueltas al tema pensando qué se podía haber hecho para que las cosas fueran de otra forma. Una forma de aliviar estos sentimientos es hablar con los profesionales que atendieron el parto o incluso con otros médicos o matronas que pueden ayudar a entender mejor lo que sucedió.

Muchas veces el padre también se ha llevado un buen susto y puede estar preocupado por la recuperación de su mujer o por los futuros embarazos. O puede ser que no entienda la tristeza de su mujer si el niño está perfectamente. Compartir estos sentimientos en la intimidad permite aliviar los sentimientos de culpa y aceptar que ser padre o madre es en la realidad más complejo que en los sueños pero también mucho más enriquecedor. Deseamos más hijos, pero yo me siento incapaz de volver a pasar por una experiencia así. Sólo de ver el hospital se me pone la carne de gallina. No sé si algún día superaré esta situación. Hablar de todos los sentimientos que rodean una cesárea o un parto traumático facilita el ir curando la herida emocional.

Los motivos que generaron una primera cesárea no tienen porque repetirse. Con el tiempo, el apoyo de la pareja y con la información adecuada se puede poner la experiencia en perspectiva.

La lactancia y el ver crecer al hijo o hija son desde luego ayudas valiosísimas para superar el trauma. Aunque el siguiente embarazo puede estar marcado por el miedo a que se repita, el ir hablando del tema y el apoyo de la comadrona o el ginecólogo sirven para poder afrontar el nuevo nacimiento sin miedos. Si los profesionales no muestran este apoyo puede ser beneficioso el buscar una segunda opinión o incluso el cambio de equipo médico.

Continuará...
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En el parto... como en el sexo....

jueves, 24 de junio de 2010


Para comprender el parto sobre una óptica diferente de aquella médica, es preciso asociarla a la sexualidad.
Muchas mujeres piden socorro porque tienen miedo al parto, están asustadas con lo que oyeron y vieron en hospitales públicos, novelas y cotilleos perinatales que siempre surgen.
El abordaje al parto no podrá cambiar si permanece en terreno médico. Por eso no es suficiente decir que el parto es fisiológico; a pesar de ser esto pura verdad, no constituye un aval para transformar la postura interior de la mujer.

Si, en vez, pensamos que el parto es cómo una relación sexual, podemos usar la metáfora de sexualidad para comprender mejor las exigencias que un parto demanda. El parto, cumplimiento de un proceso que se originó en una relación sexual, conserva con esta la misma esencia. Vamos entonces a ver cuál es esta.

Para que una relación sexual sea placentera usted precisa de:

- Como mínimo, gustar del compañero y él gustar de ti;
- Sentirse segura y a voluntad;
- Sentirse respetada;
- Sentirse concentrada;
- Sentirse relajada (física y mentalmente)
- Sentirse libre para expresar lo que siente, quiere y piensa;
- Estar con tesón!
- Tener intimidad y privacidad;
- Tener tiempo a voluntad;
- Tener algún conocimiento sobre sexualidad y reproducción;
- Estar bien con uno mismo (no estar angustiada con otras cosas y si lo estuviera conseguir resolverlo)
- Estar, en fin, enteramente presente.

Lo mismo vale para el parto:

- Precisa sentirse aceptada y acogida por las personas que están a su alrededor;
- Precisa sentirse segura (saber que nada extraño, extravagante y peligroso acontecerá);
- Sentirse respetada;
- Estar concentrada;
- Estar relajada (dejar acontecer);
- Sentirse libre para expresar lo que siente, quiere y piensa; ser libre para levantar, andar, girar, agacharse, callar, gritar, cantar, acostarse, beber…!
- Estar en trabajo de parto!
- Tener intimidad y privacidad;
- Tener tiempo a voluntad;
- Tener algún conocimiento sobre trabajo de parto y parto;
- Estar bien con uno mismo;
- Estar igualmente presente en tu parto, entera

Una relación sexual en que usted es pasiva y no activa no puede ser placentera. Igualmente un parto en el que usted es solamente un paciente no va a ser satisfactorio. Usted sufre violencia en una relación sexual cuando usted es cohibida a hacer o dejar de hacer lo que usted no quiere, no elige y no consiente en hacer. Todas las veces en que no somos protagonistas de los episodios de nuestra vida, ellos se presentan como amenazadores, tenemos miedo, nos sentimos a merced y nos tensiona. En el parto la falta de información y de reciprocidad transforma la experiencia en un acto de violencia, o en pésimo recuerdo. Una mujer-objeto (de la acción del médico) no puede abrirse, sino a la fuerza; solamente una mujer activa puede hacer el acto de dar a luz.

Por Adriana Tanese Nogueira
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Maravillosos video de parto respetado

martes, 22 de junio de 2010

Es un maravilloso video que encontre en la web, aparentemente llega desde Ecuador. Espero que lo disfruten. Click en "Ler mas" para verlo!



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¿Qué es “parto natural”?

viernes, 18 de junio de 2010

La expresión “parto natural” en muchos ámbitos se interpreta como una nostálgica vuelta al pasado: parir sin epidural, sin oxitocina, parir sin esto y sin lo otro. Allí donde la tasa de cesáreas es alta (España y Sudamérica, por ejemplo), hay quien utiliza ese término para referirse a un parto vaginal.

Pero parto natural no es simplemento un parto “sin”, sino aquel que se produce gracias a la maravilla de la fisiología, y en el que los procedimientos obstétricos se aplican únicamente en caso de necesidad. Es lo opuesto al parto medicalizado, atendido por la obstetricia convencional, en el cual la tecnología sustituye la fisiología de la mujer, desvirtuando la experiencia del nacimiento, y generando riesgos innecesarios para la madre y el bebé.

En el primer caso la técnica está al servicio de la naturaleza, en el segundo, la naturaleza es doblegada por la técnica.

Las tasas de cesáreas en los países y hospitales que respetan los procesos naturales no suelen superar el 10%. Cuando la asistencia es de corte intervencionista, la tasa de cesáreas siempre es superior.

No es posible asistir dignamente a una mujer parturienta sin comprender la verdadera naturaleza del parto: es un acontecimiento involuntario, tanto como el sueño o el orgasmo, aunque mucho más complejo.

Todos sabemos lo que ocurre cuando uno trata de controlar o dirigir mentalmente estos procesos: simplemente no ocurren. La sola pretensión de controlar un proceso involuntario lo inhibe, y eso es lo que sucede con el parto hospitalario. Ese es el motivo por el cual cuando la mujer llegar al hospital, la dilatación a menudo se estanca.

Cuando el parto se inhibe, se prepara el terreno para todo tipo de procedimientos que sustituyen la función de una naturaleza que en estas condiciones, obviamente, no puede funcionar: estimulación con oxitocina, episiotomía, anestesia, fórceps, cesáreas innecesarias … se sustituye un proceso natural sofisticado y sabio por un conjunto de técnicas encaminadas a resolver los problemas a menudo creados por ella misma.

Y también para someter un proceso con un ritmo propio al ritmo acelerado que establece el hospital. Dice Michel Odent que de las muchas preguntas que se hacen los estudiantes de obstetricia hay una que continúa ausente de los planes de estudios. Esa pregunta es: ¿Cuáles son las condiciones idóneas para un parto fluido?

* Intimidad, seguridad y apoyo emocional

Lo mejor que podemos hacer para favorecer un proceso involuntario es conocer y crear las condiciones idóneas para que se produzca solo. Puede resultar paradójico que la única forma de “humanizar” el parto sea recapitulando el hecho de que somos una especie “mamífera”.

El parto es un acontecimiento instintivo, llevado a cabo por nuestro cerebro mamífero, y en el que la participación de nuestra mente racional tiene un efecto contraproducente. Lo más que se puede hacer es rendirse a la experiencia y permitir que ocurra, para lo cual el ambiente en que transcurre y la calidad humana y actitudes de los asistentes es esencial.

Ese cerebro mamífero primitivo es también nuestro cerebro emocional (sistema límbico). Es una constante en todas las especies mamíferas que la parturienta necesita una atmósfera de intimidad y recogimiento, de seguridad física y emocional, que le permita entrar en el estado de consciencia especial propio del parto.

Cuando este estado de intimidad se impide, cuando una hembra mamífera se siente amenazada, o incluso indiscretamente observada, el parto se interrumpe: las hormonas del estrés inhiben las hormonas del parto. Esto pone de relevancia la enorme importancia del estado emocional de la madre y cómo influye en él el soporte emocional y el trato que recibe, así como las condiciones y el ambiente en que transcurre el parto.

La forma en que se trata a la mujer de parto puede condicionar totalmente su progreso. Por ello, las primeras recomendaciones de la OMS no se refieren a los aspectos técnicos, sino emocionales y psicológicos: Debe fomentarse una atención obstétrica crítica con la atención tecnológica al parto y respetuosa con los aspectos emocionales, psicológicos y sociales del parto.

* Ambiente y entorno apropiado

El parto es dirigido por el cerebro mamífero (emocional), pero inhibido por el neocórtex (racional).

Decía Michel Odent que es suficiente preguntar a una mujer su número de la seguridad social para que el parto se interrumpa. Debe pues evitarse todo lo que active el pensamiento racional en la mujer de parto: hablarle sin necesidad, darle órdenes o interrumpirle en su “viaje interior”.

También interfieren las luces, los ruidos, el frío, la prohibición de comer, la incomodidad de tener que mantener una postura determinada o estar en un lugar poco apropiado, como es el paritorio. Las condiciones necesarias para un parto fluido no difieren mucho de las condiciones idóneas para dormirse: intimidad, penumbra, silencio… todo lo que permita a la mujer ensimismarse.

Dice Sheila Kitzinger que “el lugar ideal para dar a luz es el mismo que para hacer el amor”.

* Libertad de expresión

La represión de la expresión de dolor durante el parto tiene la consecuencia de reprimir la evolución del parto mismo.

Beatrijs Smoulders, comadrona holandesa, afirma en su libro “Parto Seguro” (Editorial Médici), “Hace años, de una parturienta se esperaba que fuera fuerte y no dijera ni pío al dar a luz. En estos casos, el personal sanitario del hospital podía afirmar: “¡Qué bien lo hace la señora!”. Mientras que la comadrona de hoy en día más bien pensaría: “¡Suelte un berrido de una vez, señora, y así como mínimo pasará algo”.

Sumergirse y aceptar el dolor es condición necesaria para la producción de endorfinas, “opiáceos” internos que amortiguan y modifican la percepción del dolor.

* Libertad de movimientos y postura para el expulsivo

La posición tumbada para dilatar (enganchada al gotero y al monitor) y el potro obstétrico para el expulsivo pasarán a la historia como uno de los mayores y persistentes errores de la obstetricia.

Numerosos estudios demuestran que la posición vertical favorece el parto y la horizontal lo entorpece. En horizontal, el canal del parto se alarga y estrecha y el coxis se dirige hacia lo alto, convirtiéndose en una vía de paso más angosta para el bebé, y además cuesta arriba.

En posición vertical la vagina se amplía y acorta, pero además la presión de la cabeza del bebé sobre el cuello del útero ejerce un efecto hormonal que estimula la producción interna de oxitocina, y por tanto la dilatación.

La posición vertical acorta y amplía el canal del parto, permite que las articulaciones de la cadera se abran más para dar paso al bebé, facilita sus movimientos de rotación y permite que la fuerza de la gravedad le ayude en su descenso.

Episiotomía y fórceps son procedimientos técnicos que sustituyen la fisiología de la mujer y la gravedad con evidentes y penosos efectos secundarios para la madre y el bebé.

La mujer debe tener la libertad de dilatar y parir en la postura que más le convenga: en cuclillas, sentada en el taburete obstétrico, a cuatro patas, de lado, colgada de alguien, de pié… El instinto indica en todo momento cuál es la postura idónea mediante un lenguaje infalible: la más cómoda es también la más fisiológica.

* Asistencia profesional respetuosa

Siendo la fisiología del parto tan sensible al entorno, el papel del profesional asistente es estar disponible en un discreto segundo plano, sin interferir, confiando en los recursos de la mujer para dar a luz, y aplicar los procedimientos obstétricos únicamente si hacen falta. El protagonismo del parto corresponde a la mujer.

* Procedimientos naturales de abordar el dolor

La producción de endorfinas se favorece cuidando al máximo las condiciones en que transcurre el parto y evitando todo lo que pueda producir estrés.

Actualmente la tendencia es a recurrir a formas inocuas y agradables de amortiguar el dolor: cambiar de postura, baño de agua caliente, masaje en la zona lumbar, masaje de pies, sentarse en pelota de goma …

* Intimidad y tiempo para recibir y acoger al bebé

El momento del nacimiento es un momento especial, mágico, en el que el estado hormonal propio del parto natural crea las condiciones para que produzca el vínculo madre-hijo, un vínculo que tiene consecuencias duraderas sobre esa relación, sobre la confianza de la mujer en su capacidad para amar y criar a su hijo, sobre el desarrollo emocional del bebé.

El vínculo que el bebé crea con su madre es el troquel, la base de su capacidad para crear vínculos posteriores. Por ello el nacimiento medicalizado tiene consecuencias no sólo físicas, sino psicológicas y sociales. Madres y bebés deben estar juntos tras el nacimiento, y en todo momento, y no se justifica que un recién nacido sano sea apartado de su madre.

Incluso los prematuros progresan mejor con el “método canguro” que con la incubadora, o al menos con un sistema mixto.

La OMS recomienda iniciar la lactancia antes de abandonar la sala de partos.

* Cordón umbilical

El respeto por la fisiología del parto implica reconocer la función del cordón umbilical, que continúa latiendo y suministrando sangre oxigenada al bebé durante varios minutos tras el nacimiento.

La naturaleza no hace nada que no sea necesario, y esos minutos son el tiempo que el recién nacido necesita para comenzar a utilizar sus pulmones sin angustia ni riesgo de privación de oxígeno.

El recién nacido tiene el derecho de disponer de esos minutos y de esa sangre, y con mayor motivo si ha tenido sufrimiento fetal, ya que al iniciar la respiración la sangre acude a los pulmones en detrimento del cerebro. Pinzar el cordón inmediatamente tras el nacimiento es una práctica que, a la luz de la evidencia científica, debería haber sido abandonada.

Doulas Alicante

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Parto natural no es volver al pasado

jueves, 17 de junio de 2010


Contrariamente a lo que se piensa, parto natural no es volver al pasado, sino recuperar la capacidad y la confianza en la propia naturaleza y rendirse ante ella. Tampoco es renunciar a la tecnología, sino adjudicarle el lugar que le corresponde: las complicaciones, los casos de riesgo. Y es que las prácticas de rutina en el paritorio no son buenas ni malas, son oportunas o inoportunas. Y cuando se imponen de forma sistemática e indiscriminada a mujeres que no las necesitan son inoportunas.

La evidencia científica demuestra que el parto natural no sólo es más digno para la mujer, es también el más seguro. Por ese motivo, la Organización Mundial de la Salud recomienda una calidad de atención basada en el protagonismo de la mujer y en su fisiología, y el mínimo grado de medicalización posible.
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SOLO UNA DE CADA DIEZ MUJERES ES ACOMPAÑADA EN EL PARTO

lunes, 7 de junio de 2010


El lema de la Semana Mundial del parto respetado –en el séptimo año de su realización–, que se conmemoró la semana pasada, hace foco en la concientización de la posibilidad del acontecimiento del parto-nacimiento como una instancia placentera superando la tan arraigada costumbre de convertirla en un hecho traumático. Esta costumbre en nuestro país sigue teniendo un altísimo porcentaje de partos que en vez de disfrutarse se sufren.

Sólo una de cada diez mujeres es acompañada en el parto. Y no es porque no exista el derecho o la atención de salud adecuada. El 98 por ciento de los nacimientos ocurren en instituciones hospitalarias (centros de salud, maternidades, sanatorios) y, según una encuesta realizada en el año 2008, en ochenta y dos hospitales de Gran Buenos Aires y la Capital Federal (en donde se cubrieron sus doce maternidades), con una muestra de 12.089 mujeres, sólo un 10,9 por ciento estuvo acompañada en el parto (por sus parejas o madres, padres, hermanas o amigas) y un 17,7 por ciento no estuvo sola en el trabajo de parto.

No es un dato aislado, sino una muestra de que –en una circunstancia vital tan trascendente– no se cumple con la Ley Nacional 25.929 –promovida en el 2004– que puntualiza, entre otros ítem, el derecho a estar acompañada en el momento del parto por una persona que la mujer elija. Esta norma considera el parto y nacimiento como un hecho de salud y, por lo tanto, pretende garantizar la posibilidad de que parir y nacer sean momentos íntimos, respetados, amorosos, donde el placer tenga la oportunidad de ocupar el papel central en la llegada de un niño/a.

El parto es un hecho trascendente de la sexualidad femenina y puede convertirse en un momento de exploración de nuestro poder y de nuestro placer. Pero esto generalmente no sucede. Para que el parto sea gozoso, aun cuando produzca dolores o miedos, hace falta que estemos en un ambiente cálido, amigable, cuidadas por personas respetuosas y amorosas: así tendremos una chance de desplegar nuestro potencial femenino.

Parir es muy intenso, parir es doloroso dirán algunas voces, parir es placentero se atreverán otras. Y, sin embargo, muchas mujeres susurrarán, llorarán, gritarán: “¡Parir fue horrible!”. Y ese trauma para la mujer es también un trauma para la o el recién nacido.

Hay rutinas violentas que niegan y silencian la explosión de vida y amor que trae un parto y un nacimiento en libertad y con amor. Aunque podemos parir y nacer de otra manera si alzamos todas las voces de todas las mujeres (más de 700.000 cada año en Argentina que se convierten en madres) para que puedan contar que parir dolió mucho pero que estuvo acompañada y contenida, acariciada, respetada.

Queremos que las mujeres digan “El nacimiento fue tremendo, pero tener a mi bebé fue maravilloso”. Entonces proponemos claves básicas: información y conocimiento, preparación, contacto con otras mujeres, reconocimiento del propio cuerpo. Y a los profesionales de la salud les pedimos: compromiso, respeto, actualización, conocimiento de la fisiología y empatía con las parturientas.

Cambiar el paradigma del parto no es sencillo: requiere tiempo y energía. Y, sobre todo, mucho coraje. Pero seguir realizando prácticas que dañan la salud y violan derechos humanos de mujeres y bebés es, además de penoso, inadmisible. Cada nacimiento es único y la oportunidad de compartirlo es sagrada. Celebremos la libertad y el poder de cada mujer. Animémonos al placer.

Sonia Cavia en Pagina 12
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